Cuando
un nuevo residente ingresa en la institución
el profesional de atención
sociosanitaria (PASS) debe realizar una valoración global, ¿quién es? ¿de
dónde viene?¿qué necesitas? ¿cómo se puede facilitar el proceso de su
adaptación al nuevo entorno? ¿de qué forma saludable conseguirá ajustarse a este
nuevo contexto de vida?
Para
lograr estos fines necesita un trabajo de diálogo con cada persona, analizar
con ella las causas de sus situación, el momento actual y sus expectativas y
deseo. Este diálogo será un aparte indispensable de nuestro quehacer cotidiano.
Contemplaremos una visión amplia de la persona y recopilaremos datos
biográficos, recuerdos, etc….
Una de
las grandes diferencias entre la intervención de la beneficiencia y lo que se
pretende en las actuales servicios sociales es la de una intervención distinta
para cada persona.
Debemos
practicar la atención sociosanitaria lejos de aquel paternalismo que envolvía
las viejas instituciones.
Por el
contrario, supone concebir la unidad residencial (residencia, unidad de
estancia diversa, centro de día, etc.) como un contexto de desarrollo adecuado, el lugar desde donde la persona
trabaja pero fomentar su independencia. Y para conseguirlo ofrecemos servicios especializados de enfermería,
atención médica, rehabilitación, atención psicosocial entre otros con el
objetivo de recuperar o al menos, mantener por el mayor tiempo posible en el
individuo un grado de desempeño autónomo en su vida cotidiana.
El
contexto físico y social del centro puede contribuir
a que la persona sea más dependiente o
más autónoma. Asimismo, la calidad de las relaciones entre los residentes o
incluso entre los usuarios y el personal cuidador facilita o dificulta la
adaptación personal.
Debido
a que el entorno influye
directamente en el pronóstico de autonomía,
el equipo profesional valora el contexto y lo modifica de modo que las condiciones
residenciales se adaptan a la situación funcional y cognitiva de los usuarios.
El
profesional interviene sobre las condiciones materiales del centro y atiende a
las necesidades individuales (fisiológicos, psicológicos y sociales) que
presenta cada usuario.
Algunas
enfermedades complican la situación
que padecen algunas personas. En estos casos, ofrecen productos de apoyo o adapta funcionalmente el entorno, disminuye la
situación de dependencia. Con el propósito de atender las necesidades
específicas relacionadas con los factores fisiológicos ser realizan
adaptaciones para la movilidad funcional.
Por
otra parte, los efectos secundarios de los tratamientos
farmacológicos añaden limitaciones personales. La confusión mental o los estados de agitación pueden aparecer como
consecuencia de la toma de ciertos medicamentos. En estos casos, se trata de
que el ambiente físico facilite la
adaptación y orientación espacial temporal y personal. Colocando relojes en
la pared, calendarios con caracteres de gran tamaño o cuidando que las
instalaciones se encuentren bien iluminadas, por ejemplo, atendemos las
necesidades relacionadas con los factores psicológicos.
Igualmente,
se observa que muchas personas que sufren enfermedades que generan situaciones
de dependencia padecen trastornos mentales.
La
enfermedad diagnosticada más común es la depresión,
que a su vez conlleva aislamiento social, apatía y deterioro funcional.
¿Qué
haría el centro en estos casos?
La
creación de hábitos y rutinas que
estimula los pacientes.
La planificación de actividades que
atienden las áreas de interés de los usuarios.
La participación activa en distintas
situaciones sociales (fiestas, excursiones, etc.)
Por lo
general, debido al estrés, que
supone la implicación en una situación
desconocida, las habilidades de una persona puede mostrarse reducidas en un primer momento de
adaptación. Con el tiempo, comparando
la evolución personal dese el ingreso, observaremos
que mejoran aquellos aspectos referidos a las relaciones en el contexto
comunitario y ascienden los logros alcanzados en los objetivos de la autonomía
y adaptación en el entorno.
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